Esta vez hablaremos del apego. Primera aproximación, de siguientes publicaciones, haciendo referencia al imprescindible libro El Apego y la pérdida, escrito por John Bowlby en 1969. Cuando nacemos experimentamos un primer miedo, posiblemente el más atroz de todos los que podamos experimentar el resto de nuestras vidas. Que no es otro que salir del mundo confortable en el que hemos estado desarrollándonos durante nueve meses. Suerte que en ese momento la biología no nos brinda, aún, con la conciencia.
En ese momento buscamos la seguridad y el confort que hemos perdido de forma abrupta. Evolutivamente, el reflejo del bebé es buscar a su madre. Pero en la historia del ser humano, las madres no solían tener tanta fortuna, como afortunadamente la tienen en nuestro tiempo, para salvar la vida en el parto. Por ese motivo, cuando nacemos, estamos preparados para buscar ese vínculo con la persona que nos muestre garantías de supervivencia (en adelante apego). Normalmente es la madre, como decíamos, pero puede ser otra persona.
La forma en la que desarrollamos el apego, no sólo en esos primeros momentos de vida, sino hasta los 3 años, es determinante. El sistema nervioso (Central y Periférico) del bebé desarrolla estructuras de circuitos neuronales, de forma muy concreta. Todo esto, influenciado por la naturaleza de las atenciones recibidas por parte de sus cuidadores, en especial de la figura principal de apego.
Es muy relevante el que todos los órganos corporales, que están conectados con este sistema nervioso, esten armoniosamente orquestados por la "sinfonía" de este mismo desarrollo vital. Siguiendo la metáfora musical (que es mía), la armonía con la que se estructura el SNC del bebé, con las indicaciones maestras de su figura de apego, condicionará el sonido de dichos órganos, y de la conducta, durante su vida.
Es muy relevante el que todos los órganos corporales, que están conectados con este sistema nervioso, esten armoniosamente orquestados por la "sinfonía" de este mismo desarrollo vital. Siguiendo la metáfora musical (que es mía), la armonía con la que se estructura el SNC del bebé, con las indicaciones maestras de su figura de apego, condicionará el sonido de dichos órganos, y de la conducta, durante su vida.
Nos interesa, en este punto, la relación de los vínculos (bebé-figura de apego, y viceversa), en relación con las características y propiedades de la conducta del bebé. La conducta, como podréis imaginar, está completamente condicionada por la forma en la que su figura de apego se vincula con él, y éste con la figura de apego. Es importante dejar claro, que no sólo el apego influirá en la conducta del bebé, también lo hace la genética y el ambiente (es interesante como Bowlby plantea los factores causales, que serían la regulación hormonal, las características propias del SNC y el mencionado anteriormente, estímulo ambiental)
Los objetos exteriores a nosotros influyen directamente en nuestras pautas de conductas. Recuerda el autor también que son tres las formas en las que el ser humano percibe las sensaciones; propioceptivas, interoceptivas y exteroceptivas. Por lo tanto, también éstas influyen en su atención. Recordemos que estos procesos psicológicos son la base de otros procesos superiores, como la memoria, la inteligencia, toma de decisiones, etc. Para el apego, es fundamental la relación de lo anteriormente expuesto y el desarrollo psicosocial de los afectos, sentimientos y emociones.
Para que lo entendamos desde una perspectiva más sencilla, Pongamos un ejemplo. Si observamos a un roedor en su hábitat natural, el animal cuando tiene hambre sale a busca alimentos, si se siente saciado y cansado busca refugio en la madriguera. Su atención, en este tipo de conductas, está orientada a esas rutinas placenteras. Su forma de moverse y de expresar su conducta denotaría el estado psicofisiológico en el que se encuentra. Pero ¿qué ocurre si aparece un depredador? su atención cambia por completo, al igual que su forma de comportarse. Su conducta estará condicionada por la presencia del depredador. Intervienen, entonces, conceptos como el de desplazamiento y orientación de la atención, de una forma especial para entender esto que estamos tratando.
Es el objeto externo al bebé el que condiciona su conducta. Al igual que la forma que muestra la figura de apego de relacionarse con el objeto externo, condiciona, a la vez, la forma en el que éste se comporta con ella.
A medida que el ser humano se desarrolla a lo largo de su ciclo vital, buscará formas de apego diferentes. Su modelo y estructura mentales aprendidos (no olvidemos que también su conducta), le acompañarán. Los vínculos y las conductas pueden modificarse, a la vez que provocarán en el cerebro un nuevo aprendizaje. Es lo que llamamos plasticidad neuronal. Lo que sigue siendo un enigma, es si realmente los núcleos básicos de personalidad (inconsciente), desarrollados durante esos tres primeros años, son modificables. Podríamos cambiar los rasgos, afinar los estilos de conductas, pero no modificar por completo la estructura básica de ese comportamiento.
En el mismo libro, leemos una referencia a Charles Darwin, de 1897, en estos términos;
"Los movimientos de expresión de la cara y del cuerpo, sea cual fuere su origen, revisten por sí mismos suma importancia para nuestro bienestar. Sirven como primer medio de comunicación entre la madre y el bebé. Aquélla sonríe, alentando la conducta adecuada del niño, o frunce el entrecejo, expresando su desaprobación. Esos movimientos de expresión dan vitalidad y energía al lenguaje hablado. Revelan los pensamientos e intenciones de los demás con mayor autenticidad que las palabras, las cuales pueden ser falsas... Tales resultados surgen, en parte, de la íntima relación que existe entre casi todas las emociones y sus manifestaciones externas..."
¡Magistral Darwin!, él también encuentra en los vínculos una forma fundamental de comunicación y desarrollo psicosocial.
Seguiremos hablando del apego, espero vuestras opiniones y sugerencias. Para un psicoterapetua, los vínculos emocionales son el eje de la terapia. La mayoría de los pacientes indican que lo que les ayudó en la terapia fue su relación con el psicoterapeuta. Un buen clínico debe tenerlo en cuenta.
Un saludo.
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