El duelo no es una psicopatología. Es un proceso doloroso, que todos los seres humanos, en algún momento de sus vidas e independientemente de su condición, deben transitar. A medida que nos hacemos mayores, la lógica impuesta por la vida, nos hace experimentar duelos continuos. La forma en la que reaccionamos a una pérdida, la aprendemos desde muy temprano. En los primeros apegos y vínculos maternos, paternos y con los hermanos. Cuando somos pequeños, nos podemos apegar por un objeto transicional. Por ejemplo un peluche. Si por cualquier circunstancia, lo perdemos. Si deja de estar a nuestro lado para darnos seguridad, frente al miedo y la ansiedad. Entonces experimentamos esa pérdida como un duelo. Lo mismo ocurre con las primeras parejas sentimentales, amigos, deportes, estudios, trabajos, etc. Pero lo más duro sucede cuando perdemos a la persona en la que hemos depositado todo nuestro amor. Esta situación acentúa, en nosotros, aspectos que durante nuestra vida no